Texto y fotos: Rafa Pérez
Nuestro post semanal está dedicado al “mejor té de Tailandia”. El nombre actual de Mae Salong, pueblo localizado en las Highlands tailandesas, es Santikhiri, pero todo el mundo utiliza su nombre antiguo. Sus habitantes son, mayoritariamente, de origen chino, de la provincia de Yunnan, y viven del cultivo de té. Si queréis saber más…¡continuad leyendo!
En muchas de las casas de Mae Salong es posible ver negocios dedicados al té: almacenes con enormes toldos con hojas de té expuestas al sol, tostaderos, pequeñas tiendas de venta de té a granel o establecimientos donde lo sirven. Los almacenes donde tuestan las hojas suelen mantener sus persianas subidas y la mayoría te permiten entrar a echar un vistazo para ver todo el proceso.
La comunicación con los trabajadores, que ante cualquier visita se muestran bastante receptivos y curiosos, no es simple fácil, apenas algún gesto con el que intentan hacer entender el trabajo que están desempeñando. El olor en esos almacenes es muy intenso, delicioso. Pese a la mecanización todavía hay muchas labores que se hacen de forma manual, como la colocación de las hojas en enormes capazos, la separación tras el primer tueste y la comprobación del grado de humedad de las hojas.
Los trabajadores tienen tanta intuición como oficio, son capaces de determinar el punto óptimo de tueste a través del tacto y del olfato. Durante la visita que hice al pueblo, una de las personas que llegó para descargar unos enormes fardos en el tostadero agarró un puñado de hojas y vertió agua hirviendo en una taza metálica, ofreciéndome esa clase de té a la que solo tienen acceso ellos, preparado con las hojas tostadas hace apenas unos minutos.
Pese a que todo el pueblo está rodeado de campos de té, los más perfectos, los que hacen que un campo de labranza se convierta en un paisaje, están a media docena de kilómetros de Mae Salong.
Desde la carretera se ven las olas verdes que van perdiendo la definición con la distancia, pero no su intenso color, y los campos del fondo del valle parecen salpicados de chinchetas multicolores. Son los sombreros de las campesinas, habilidosas mujeres que recogen las hojas gracias a precisos movimientos de sus dedos, casi acariciando la planta.
Muchas de las mujeres, probablemente todas, son de etnia akha. Son fácilmente identificables las que llevan el característico sombrero con abalorios de plata colgando. Algunas se protegen del sol con pequeños paraguas encajados alrededor de su cabeza y varias de ellas mastican betel, sus roídos dientes entre negruzcos y rojizos las delatan.
Muchas escupen con frecuencia y vuelven a cargar el lateral de la boca con otro puñado de hojas. El betel —bai plu en tailandés— es cardiotónico, astringente, vermífugo y digestivo. Además, tiene propiedades ligeramente narcóticas y les ayuda contra la fatiga del duro trabajo en el campo, realizado de sol a sol. Las mujeres mezclan las hojas de betel con polvo de piedra caliza y mascan con fruición. El tanino que contiene la planta tiñe su boca y dientes, y la caliza consume su dentadura.
En las tiendas y pequeños cafés de Mae Salong se pude degustar y comprar té de altísima calidad, aunque una de las maneras más curiosas y refrescantes de tomarlo es helado, una preparación que puede llevar —la receta varía de un lugar a otro— té negro de tipo Assam, anís estrellado, un poco de limón, leche condensada y semillas de tamarindo, con lo que la bebida adquiere un característico color anaranjado.
Muchas Para llegar a Mae Salong se puede contratar una excursión desde Chiang Rai o coger un bus en la misma ciudad. A la altura de Ban Pasang hay que cambiar de transporte para subir a una songthaew —camionetas acondicionadas para transportar pasajeros— que nos llevará directos hasta Mae Salong.
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