Transcurridos más de cuarenta años desde la supuesta muerte de Jim Thompson, sigue siendo el farang (extranjero) más importante y querido de Tailandia.
Este arquitecto neoyorquino, de apasionante vida, se incorporó en 1940 al Departamento de Servicios Estratégicos de Estados Unidos, lo que hoy conocemos como la CIA, para participar en diferentes operaciones en Extremo Oriente. Tras una serie de “misiones” finalmente fue destinado a Bangkok como jefe de los servicios secretos, dando comienzo así la fabulosa leyenda que se desprende de su no menos fabulosa vida.
En Bangkok Thompson compró una parte del Hotel Oriental, pero su gran oportunidad vino con los hiladores de la seda. El gremio estaba en decadencia ya que la seda había sido relegada por los propios tailandeses a favor de otras telas de importación más económicas. Thompson fue visionario y relanzó el negocio de la seda gracias a sus contactos con Europa, siendo el año 1.948 el de la fundación de la Compañía de la Seda de Tailandia. En un momento en que los tailandeses preferían todo lo occidental antes que lo propio, Thompson fue un revulsivo recuperando las tradiciones y la artesanía además de defender a ultranza el arte y la arquitectura tailandesas, pero sin perder sus raíces occidentales. De hecho no había fiesta o acontecimiento social de cualquier índole al que Thompson no acudiera. Su presencia era fundamental en cualquier acto y tanto los tailandeses como la comunidad internacional allí destacada, le adoraban. Todas las personalidades que pasaron por el Bangkok de aquellos años se sentaron a su mesa, entre ellos su amigo Truman Capote.
Pero el golpe de efecto que contribuyó a acelerar su leyenda fue su misteriosa desaparición. En 1.967, durante unas vacaciones en Malasia en compañía de unos amigos, salió a dar un paseo y sencillamente, desapareció. Esto dio lugar a especulaciones de todo tipo, a teorías sin pies ni cabeza o a profundas investigaciones detectivescas al más puro estilo de la novela negra; pero lo cierto es que nunca se volvió a saber de él, lo que contribuyó hasta el infinito a forjar su leyenda. Y para echar más sal en la herida, su única hermana fue asesinada tras la desaparición y a su conductor y guía en Malasia se los tragó la tierra y nunca se supo nada más de ellos.
Hay quien asegura que, en realidad, nunca dejó de trabajar para la CIA y que por esa razón se marchó como llegó.
Espía o no, lo cierto es que dejó un legado magnífico y hoy el negocio de la seda que creó Thompson es una de las principales fuentes de ingresos del país, una próspera industria que exporta la seda a todo el mundo. Además, la firma se ha diversificado y ha entrado en el negocio de la restauración abriendo cuidados restaurantes y vinotecas con todo el glamour que siempre caracterizó a este hombre de gustos exquisitos.
Actualmente, en Bangkok, se puede visitar su magnífica mansión convertida en museo. Una combinación de seis casas de madera de teca independientes de estilo tailandés, es decir, de paredes ensambladas entre sí sin un solo clavo.
Pero además la casa alberga una excelente colección de arte tailandés que incluye una de las mejores colecciones de arte tradicional de todo el mundo.
La casa se puede visitar todos los días desde las 9:00 hasta las 17:30
Para más información: http://www.jimthompsonhouse.com/.
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