En su completa web se puede leer una breve bío:
Nacido en Barcelona en 1952, Xavier Moret estudió Filología Inglesa y Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona. De donde más ha aprendido, sin embargo, es de los viajes. Traductor de Superman y de Batman en su juventud, ha tenido la suerte de poder ganarse la vida combinando tres de las cosas que más le gustan: leer, escribir y viajar. Se inició en el oficio de periodista en los diarios ya difuntos Catalunya Express y El Correo Catalán y durante más de diez años formó parte de la sección de Cultura de El País. También ha trabajado en TV3 y en La Vanguardia, y a partir del 2006 es reportero de viajes de El Periódico, hecho que le supone ir viajando por el mundo escribiendo reportajes. A los 30 años escribió su primera novela, El americano que amaba a Moby Dick, y en 1998 publicó su primer libro de viajes, América, América. En 2002 ganó el premio Grandes Viajeros con La isla secreta, en 2004 el premio 23 d’abril con Dr. Pearson y en 2006 el Sent Soví con El Bulli desde dentro.
Sus dos últimos trabajos versan sobre dos destinos muy distintos, uno la desconocida Armenia con “La Memoria del Ararat” Ed. Península 2015 y otro sobre la eterna Grecia con “Grecia, viaje de Otoño” Ed Península 2016.
Se le puede seguir en su FB
*Todas las fotos de esta entrevista son propiedad de Xavier Moret
1-Ibas para ingeniero químico y la química la encontraste en el periodismo, pero antes de eso comenzaste envasando pepinillos en Estocolmo. ¿Cómo diste el salto de los pepinillos a la pluma?
Iba para químico porque andaba muy despistado. Nunca es fácil decidir qué quieres ser de mayor. Yo siempre he leído mucho, pero nunca pensé que podría ganarme la vida leyendo, escribiendo y viajando. Estaba convencido de que esto sólo podían permitírselo unos pocos ingleses privilegiados. Al final lo he logrado, pero aún no me lo creo… Mi viaje a Suecia a los 20 años era, en el fondo, una manera de buscarme a mi mismo. Lo de envasar pepinillos ya formaba parte, en cierto modo, de mi vocación de escritor. Antes de ponerte a escribir hay que vivir experiencias, ver mundo, conocerte. Lo de largarme a Suecia para trabajar en lo que fuera ya era una manera de apostar por los viajes. Trabajé lavando platos primero y después envasando pepinillos. Todo suma. En aquel tiempo escribía, pero de manera desordenada. Con el tiempo fui encontrando mi voz propia, en la que los viajes tienen gran protagonismo.
6- Armenia te tiene fascinado. ¿Crees que el turismo ayuda a poner en el mapa determinados destinos? ¿Sirve para dar visibilidad y presionar, de alguna manera, para arreglar conflictos?
Armenia es un destino especial. No tiene ni playas ni paisajes paradisíacos, pero tiene una historia muy interesante y una gente acogedora. El genocidio de 1915 les marcó, y pienso que el centenario fue una buena oportunidad para curar heridas. Mi libro “La memoria del Ararat” pretendía contribuir a dar a conocer un país, y una historia, que no suele salir en la prensa.
7- ¿Cómo es el turista del s.XXI?
Gracias a las nuevas tecnologías, el turista del siglo XXI lo tiene muy fácil para viajar a cualquier lugar del mundo. Cuando yo empecé a viajar no existía ni Internet, ni las parabólicas, ni los teléfonos móviles ni los cajeros automáticos. Cuando viajabas, desconectabas y te sumergías a fondo en el viaje. Ahora, sin embargo, tengo la sensación de que no desconectas nunca. Sigues conectado día a día con casa y con el trabajo y puedes ver los partidos de tu equipo sin problemas. Es otra manera de viajar. Tiene sus ventajas, pero también sus desventajas. Pienso que cuando viajas siempre es bueno desconectar. Además, el gran lujo actual es el tiempo. Si piensas que un país puedes verlo en quince días, vete como mínimo un mes. Hay que dejar espacio para que ocurra la sorpresa.
8- Hoy en día, cualquiera que haya pisado un país ya escribe de él como si lo conociera y da consejos “expertos” en las redes que están saturadas de información y, a veces, realmente inexacta.¿ Esta democratización ha afectado a los auténticos escritores de viajes? ¿Es, simplemente, una moda pasajera o crees que hay un intrusismo peligroso?
No creo que sea intrusismo. Todos tienen derecho a dar su opinión sobre el país al que han viajado; eso sí, procurando ser veraz. Internet, los blogs y los foros de viajero lo facilitan, pero en Internet hay que saber siempre elegir lo más fiable. Sin embargo, pienso que un libro de viajes es algo distinto, en general más documentado. Escribir un libro de viajes te obliga a documentarte mucho antes, a dejar reposar un tiempo la información recibida y, a partir de aquí, estructurar una obra en la que tiene que quedar claro que el protagonista es el país, no tú. Tienes que dar la máxima información del país visitado, desde un punto de vista subjetivo, por supuesto, para que a alguien le pueda servir en el futuro.
9- Otro de los países clave para ti es Islandia que ha merecido dos libros tuyos: La isla secreta
Ediciones B, 2002 y recientemente reeditado; e Islandia, revolución bajo el volcán Ed. Alba (2011). ¿Qué tiene ese país que te provoca a escribir tanto sobre él?
Islandia me encanta, tanto por su paisaje volcánico, único en Europa, como por su gente. Tengo la suerte de tener muchos amigos islandeses, y son ellos los que me han ayudado a escribir sobre su país. Cuando llegué allí por primera vez, me fascinaron sus glaciares, cascadas, volcanes, fiordos… Pero si decidí escribir el libro fue sobre todo por las historias que me iban contando los islandeses. Cuando viajo, lo que más me interesa es el factor humano. Por eso le robé el título a Borges, que en un verso habla de Islandia como “la isla secreta”. En 2011 publiqué el segundo libro sobre Islandia, más periodístico, para intentar explicar qué pasó en el país tras la gran crisis económica de 2008 y la llamada revolución silenciada.
10- Danos un momento “mágico” en Tailandia, con Shinga o Chang incluida…
Son tantos los momentos mágicos vividos en Tailandia… Recuerdo varias noches con amigos en la playa, en Krabi, en Ko Chang o en Ko Tao, por ejemplo. Estás bebiendo una cerveza a la luz de la luna con un grupo de amigos y, de repente, te fijas en las palmeras, en las rocas, en las estrellas, en las olas que se mecen suavemente, en la agradable temperatura que te envuelve y piensas: “No puede haber un lugar mejor. ¡Menuda suerte tengo de estar aquí!”. En los viajes hay momentos así, epifanías que hacen que te pellizques para convencerte que es real lo que estás viviendo.
11- Escribes sobre todo de los pueblos que habitan este planeta, que son los que te inspiran los libros. ¿Qué te inspira el pueblo tailandés?
Cuando pienso en Tailandia, pienso siempre en un ambiente agradable, de buen rollo. Lo primero que me viene en mente es esa sonrisa panorámica con que te reciben los tailandeses. Lo segundo, un buen masaje en la playa, bajo las palmeras. Lo tercero, la calidad de los hoteles. Yo creo que lo del “lujo asiático” lo inventaron allí. Está en todos los detalles… A partir de aquí, el viaje a Tailandia sólo puede ser maravilloso.
Copyright 2015 BLUEROOM - Todos los derechos reservados - Aviso Legal - Politica de privacidad