Amazing Thailand

Mi gata se llama Pad Thai

Por Kris Ubach (Texto y fotos)
 
Es absolutamente cierto. Cuando hace quince años visité Tailandia por primera vez, me enamoré de este plato típico tailandés hecho a base de fideos de arroz, langostinos (o pollo), huevos, soja germinada y cacahuetes. A mi vuelta de aquel viaje iniciático por Asia —y emulando a una amiga que había bautizado a su gato con el nombre de Tortilla de Patatas— decidí adoptar a Pad Thai quien, por cierto, sigue conmigo.
 
Pero más allá del pad thai y el curry verde, omnipresentes en cualquier restaurante tailandés —en Tailandia o fuera de ella— hay otras miles de razones comestibles que posicionan a este país entre los mejores destinos gastronómicos del Planeta.
 
El Blog de Tailandia-Bangkok3
 
Empecemos por Bangkok: hay cocina extraordinaria en los hoteles de cinco estrellas y en restaurantes conducidos por chefs de renombre internacional, pero también se come bien a pie de calle. Sentarse en una silla de plástico junto a una cocina al aire libre, envuelto por el humo de los woks, es algo que aquí hacen todos sin importar la procedencia o la clase social. Es una actividad tan imprescindible en la capital como visitar el What Po o subirse a un tuk-tuk. Un must como dirían los anglosajones.
 
El Blog de Tailandia -Bangkok1
 
Hay varias zonas propicias a la “cocina callejera”, el Old Town, Chinatown, Saphan Lueng,…aunque yo soy muy aficionada a hacerlo en el mercado de Chatuchak, un lugar que por sí solo ya merecería un reportaje aparte. Sus credenciales: 140.000 metros cuadrados, más de 15.000 puestos de venta y una media de 200.000 visitantes diarios. Es uno de los mayores mercados del sudeste asiático y sus cifras son increíbles sí, pero más inaudita es la gran variedad de cosas que pueden llegar a comprarse aquí: desde animales vivos u objetos de culto religioso hasta camisetas de Star Wars. Y por supuesto comida. Fue aquí donde descubrí recetas como el gang som goong (curry con gambas), el tom yum talay (sopa picante de marisco) y el ped thun (pato braseado), recetas que aunque parecen sencillas nunca he sido capaz de reproducir en casa.
 
El Blog de Tailandia-Bangkok2
 
Luego está el Norte, la selvática Chiang Mai, un lugar donde aprendí que “cualquier cosa que tuvo una madre” es perfectamente comestible. En Chiang Mai un buen lugar para dar rienda suelta a la mandíbula es el mercado Tanin, que no es el más recomendado en las guías de viaje y por ello tiene un ambiente más genuino. Ojo: en Tanin se venden ingredientes y especialidades que son exóticos incluso para los tailandeses de otras regiones. Aquí me atreví con dos de las recetas norteñas más populares: el sticky rice (arroz pegajoso envuelto en hoja de banano) y el khao soy un plato a base de fideos de huevo, leche de coco y pollo asado, que a punto estuvo de desbancar al pad thai en mi ranking de preferidos.
 
El Blog de Tailandia Norte2
 
En el Norte habitan varios grupos étnicos que también están presentes en los países vecinos —los Hmong, los Lisu, los Akha, los Karen, los Lahu y los Shan— cada uno con su particular cultura, idioma, vestimenta y…cocina. Ellos son quienes introdujeron a la gastronomía tailandesa delicias exóticas como los huevos de pato fermentados, las larvas fritas y los escarabajos en salsa picante entre otros. Son exquisitos como aperitivo para acompañar una Chang o una Singha, las cervezas locales. O eso dicen.
 
El Blog de Tailandia Norte3
 
No me quiero dejar el Sur, el lugar donde si puedo me jubilaré algún día (y no diré dónde). Tres cosas caracterizan la cocina en las islas: el marisco, el picante y las frutas. Y en Koh Phangan probé una especialidad que las aúna todas: el gaeng sohm, una rotunda sopa hecha con piña, pescado y curry. Me ahorraré las valoraciones. No estarían a la altura.
 
Los mercados en este rincón del mapa tailandés siguen abrumándome por su extensa y desconocida oferta de frutas y hortalizas. Para los no iniciados dejaré una guía de supervivencia básica: la pitahaya (kaew mungkorn) es inconfundible por su color rosa fucsia y su forma ovalada; el duku (long gong) tiene el tamaño de una pelota de ping-pong, con la piel lisa y marrón, y una carne traslúcida similar en textura y sabor a la de la uva. El rambután (ngoh), se distingue por su vistosa piel roja y peluda; y el mangostán (mungkut), es esférico, morado y aproximadamente de las dimensiones de una mandarina.
 

Foto: Turismo de Tailandia

Foto: Turismo de Tailandia

 
Con los años, y tras volver a Tailandia en numerosas ocasiones, he aprendido que el pad thai no está considerado un gran hito de la gastronomía para los tailandeses. Puntualicemos. A ellos les gusta, claro, es su plato nacional, pero su popularidad está especialmente extendida entre los extranjeros. Es la entrada fácil a la comida exótica: no tiene riesgos, no pica, no contiene ingredientes desconocidos y vemos lo que comemos, ergo, nos gusta a los paladares occidentales. Hoy, cuando entro en un restaurante tailandés y pido un pad thai, me veo como aquellos guiris que en pleno febrero, sentados en la Rambla de Catalunya, se piden una sangría. Y la verdad es que no me importa.
 
El Blog de Tailandia-Bangkok