Texto y fotos: Rafa Pérez
Nuestro post semanal está dedicado al Santuario de la Verdad, uno de los templos más sorprendentes de Tailandia. Está ubicado en una playa del cabo Ratchavete, muy cerca de Pattaya. Su estructura principal tiene 105 metros de alto y 100 metros de ancho en cada una de las cuatro direcciones. La Autoridad de Turismo de Tailandia lo ha denominado como “el majestuoso castillo de madera en el horizonte”. Desde el mirador que hay antes de entrar en el recinto se puede comprobar lo acertado de esta descripción, con las vistas del templo que parece emerger del mar y flotar en la superficie.
Cuesta creer que el Santuario de la Verdad sea una construcción reciente y no de hace algunos siglos, pero lo cierto es que los trabajos se iniciaron en el año 1981. No es la única sorpresa durante la visita. Está construido enteramente utilizando maderas duras, como la de teca, sin ningún tipo de clavos metálicos. La unión de las piezas de madera se ha hecho con técnicas antiguas, como el uso de pernos y cuñas también de madera. Enormes figuras talladas muestran las enseñanzas de diferentes religiones y filosofías: budista, confucianismo, persa y mitología hindú. Podemos encontrar escenas de las epopeyas hindúes Ramayana y Mahabharata, cuentos que hablan del bien y del mal, otras representaciones que enfrentan la sabiduría con la ignorancia o que nos acercan las creencias orientales acerca de la verdad y de la felicidad eterna.
No hay un centímetro sin tallar ni hueco sin alguna figura, es totalmente imposible prestar atención a todos los detalles de una artesanía prácticamente de orfebre. El Santuario de la Verdad sigue en construcción, la previsión es que los trabajos se extiendan hasta el año 2025. Pero eso no significa que no podamos visitarlo. Para entrar en el templo es obligatorio ponerse un casco de obra, tras una breve explicación por parte de los guías del santuario, de aproximadamente unos veinte minutos, nos permitirán pasear por todo el recinto durante el tiempo que se estime necesario para fotografiar cada detalle o ver en directo el trabajo de los artesanos que están allí a diario, armados con martillos y cinceles de diferentes formas y tamaños para sacar las más delicadas formas de la madera.
El interior del Santuario de la Verdad se divide en diferentes salas que representan el origen del Universo y de la Tierra o los cuatro elementos a través de los dioses. La Sala Occidental es la del cielo y la tierra, allí podemos ver esculturas que simbolizan la creación de la Tierra a partir de los cuatro elementos: Shiva la tierra y el fuego; Vishnu el agua; Brahma el viento. La Sala Norte está dedicada al desarrollo social y espiritual, con esculturas que muestran creencias del taoísmo y el confucianismo para llegar a la conclusión de que los seres humanos son diferentes cuando nacen, pero que obrando adecuadamente pueden evitar caer en vicios o en la codicia.
Por su parte, la Sala Sur muestra iconografía que representa al sol, la luna y las deidades vinculadas a cada planeta. Las piezas nos hablan de creencias muy antiguas, en las que se relaciona a los astros y los planetas con las virtudes de las personas: Marte con la inteligencia, Mercurio con la amabilidad, Júpiter con la sabiduría o Saturno con el sufrimiento, entre otras. La Sala Central es la del Gran Trono y la Liberación, el trono simboliza el Nirvana, el centro del universo y la verdad. Las puertas talladas, ubicadas en los cuatro puntos cardinales, representan la entrada al universo y las principales enseñanzas de Buda.
El exterior no se queda atrás en iconografía, destacando las enormes cabezas de elefante, el Brahma de cuatro caras en la azotea y las figuras que decoran la parte superior de las torres, esculturas que muestran cuerpos celestes como el de Deva sosteniendo una flor, otra que muestra las etapas de la vida en las personas, una que sostiene el libro que representa la continuación de la filosofía inmortal y una más que sostiene una paloma para simbolizar la paz.
El Santuario de la Verdad tiene todos los ingredientes de proyecto megalómano. El dinero para la construcción lo aportó un millonario llamado Khun Lek Viriyaphant, responsable de financiar también el museo Muang Boran y el museo Erawan. Su objetivo era el de mostrar al mundo el patrimonio cultural, las costumbres, las creencias y la artesanía de Tailandia. Lamentablemente, el mecenas no verá la obra acabada ya que falleció en el año 2000. Serán los visitantes los que disfruten de la evolución de las obras y contribuyendo, mediante el pago de la entrada, a que los artesanos sigan tallando con precisión cada centímetro del Santuario de la Verdad.
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