Hace ya algún tiempo empecé a plantearme cuál sería aquel país por el que me atrevería a cruzar el charco, aquel por el que mereciera la pena ahorrar hasta el último céntimo y aquel que me permitiera disfrutar al cien por cien de un “viaje en condiciones”. Lo tuve claro: Tailandia.
¿Que por qué? Porque el “País de la Sonrisa” es un lugar con el que ya de por sí se sueña despierto, con el que antes de ir ya sabes que vas a regresar a España con la cabeza dada la vuelta y lágrimas en los ojos, el mismo con el que se entrará en un bucle interminable de querer volver una y otra vez.
Tailandia es un país donde empaparse de tradiciones, de su gente, de su inagotable sonrisa y de su ancestral cultura. Por no hablar de su deliciosa gastronomía, sus coloridas calles, su inmensa naturaleza y cómo no, de sus admirables playas recubiertas de fina arena blanca y bañadas de cristalinas aguas. Es un país donde encontrarse a sí mismo, respirar hondo, reír, aprender, disfrutar y llegar a casa con las pilas totalmente recargadas.
En mi primera vez, me encantaría quedarme el tiempo que fuera necesario y visitar cada uno de sus rincones, pero como en mi caso no es del todo factible, empezaré por aquello que no quiero dejar escapar. Sin duda, sería un viaje en el que pudiera contemplar los contrastes del país en sus diferentes zonas centro, norte y sur.
Zona Centro
Bangkok es una de las visitas obligadas en mi lista, no solo por ser la capital tailandesa por excelencia, sino por la perfecta combinación de su estilo clásico y moderno y por la amplia variedad de atracciones turísticas que ofrece.
Las actividades que indudablemente no me perdería en “La Ciudad de los Ángeles” serían las visitas a sus centenarios templos, como por ejemplo El Gran Palacio Real, el Templo de Buda Esmeralda, el Wat Pho – conocido por su Buda Reclinado de 46 metros de largo y 15 metros de alto – y el Wat Arun – que desde un recorrido en barco por el río Chao Phraya se obtienen un marco fascinante.
Además, recorrer sus mercados, sus coloridos puestos de Street Food donde degustar una deliciosa gastronomía y los divertidos paseos en tuk-tuk son otro de sus top de los que no me cansaría. Por supuesto, sin olvidar sus inmensos rascacielos y sus imponentes rooftops en los que disfrutar de una vista nocturna a vista de pájaro y descansar después de un ajetreado día por la ciudad. ¿A quién no le apetece una copa acompañada de la luz de la luna con unas panorámicas envidiables?
Zona Norte
Algo que le caracteriza a las zonas del norte es su tranquilidad, su exuberante naturaleza, sus colores verdes, sus montañas, valles, cascadas y ríos, además de su agradable gente siempre sonriente. Una zona menos turística pero quizá una de las que más enganchen por su autenticidad.
Chiang Mai y Chiang Rai son dos de sus provincias, dos delicias del norte que se hacen esperar en mi lista de “pendientes”. Disfrutar de las rutas de senderismo donde observar bellas panorámicas naturales de fondo, de una mágica experiencia recorriendo la selva y de sus tribus locales, son algunas de las actividades que más me llaman la atención.
También es importante destacar la multitud de asentamientos y santuarios budistas entre los que indudablemente visitaría: el Templo Blanco de Chiang Rai (Wat Rong Khun) por su tono blanco impoluto, su originalidad y por la peculiar forma que ha tenido su creador de impactar al turista y el Templo Wat Phra That Doi Suthep de Chiang Mai por ser el más representativo de la ciudad, sus tonos dorados y las bellas vistas que ofrece.
Zona Sur
Reconozco que soy una aficionada de las playas tailandesas, de sus aguas cristalinas y de la paz que se respira tumbado en la arena, escuchando el sonido de la naturaleza y observando los bellos paisajes coloreados de azul y verde. Porque sí, la frondosa vegetación se cuela también en las playas.
Visitaría todos los pequeños rincones de sus islas y playas, pero en mi primer viaje sin duda elegiría Krabi y Trang.
Disfrutar de los asombrosos paisajes para enmarcar que ofrece Krabi, con sus inmensas formaciones rocosas que parecen resurgir del agua y sortearlas en kayak es y será, sin duda, una experiencia inolvidable.
Y por último, para descansar de un viaje realmente apasionante, qué mejor que elegir la provincia de Trang, una de las doce gemas de Tailandia, que destaca por su ambiente tranquilo, su interminable costa y sus bellas playas. Llegados a este punto, sumergirme en su aguas, tomar el sol con una Shinga bien fresquita es de lo poco que me preocuparía. Bueno sí, disfrutar cada segundo hasta que llegue el momento de regresar a España.
Tailandia, espero disfrutarte muy pronto.
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