Textos y fotos: Gonzalo Azumendi
La Semana Santa pasada, fuimos al Songkran. Tres días de un increíble festival – batalla de agua increíble para festejar el año nuevo tailandés.
En nuestro viaje tuvimos tiempo de nadar en sus playas y visitar ciudades conocidas…pero buscando lugares menos trillados, llegamos a Chiang Rai, la región de Nan y también las playas infinitas de Nakhon Si Thammarat.
Hoy os presento la provincia de Nan, una pequeña y delicada gema en el norte de Tailandia, adornada de montañas, arrozales y más de 400 templos. Situada a mitad de camino entre Chiang Rai y Luang Prabang. Sobre la colina de la capital destaca imponente el gran Buda dorado del templo Wat Phra That Khao Noi. Como un faro, guiando los pasos de los que por siglos han recorrido esta ruta.
NAN: DESAYUNO CON LOS MONJES
Aquella mañana nos levantamos muy temprano. A las 6 de la mañana, esperamos en la calle a las filas de monjes que cada mañana la recorren puntualmente de camino a sus monasterios. Mientras la gente local les ofrece la comida para su desayuno. Allí mismo está el mercado, vivo e intenso en colores y aromas, donde compramos algunas provisiones para hacer nuestra ofrenda, mientras nos bendicen con sus plegarias.
EL SUSURRO DE NAN
Tras inspeccionar el mercado y desayunar nosotros también, comenzamos a descubrir los templos de Nan. Kas Montri, del hotel www.nanseasons.com donde estuvimos alojados, se ofrece a guiarnos. Empezamos en el Wat Phu Min, donde está el famoso mural “The whispering lovers” (susurros de amor) que es un icono mundial de la ciudad de Nan y que ha inspirado multitud de obras del arte moderno.
Kas se acerca a Ana y con él mismo sigilo que los amantes del mural, le cuenta la historia de amor imposible y discreción de la pareja pintada detrás.
CUANDO MI VIDA CAMBIÓ VISITANDO UN TEMPLO
Recorrer los templos de la ciudad es una delicia, cada uno encierra una historia curiosa, simpática…pero lo que me ocurrió cuando me postré frente al Buda Dorado del templo Chae Haeng no tiene desperdicio. Junto a mi esterilla había un pequeño elefante de algún pesado metal. Kas me dijo que lo levantase, cosa que hice sin gran dificultad a pesar de su enorme carga. Luego me pidió que me concentrase en el Buda y formulase un deseo. Así lo hice. Entonces debía volver a levantar elefante y si en esta ocasión no podía o me costaba sobremanera, el buda me concedería el deseo. No quiero decepcionar, pero aunque lo deseable hubiese sido rogar por algo solidario, en plan la paz del mundo, por los desfavorecidos …¡Fui egoísta, torpe incluso!… con la que está cayendo en la profesión de fotógrafo, opté por el pragmatismo; me concentré en que hubiese trabajo y pasta, seguir creando. (En el momento de escribir esto, me siento un poco culpable todavía.) La cosa es que cuando intenté levantar de nuevo el elefante… ¡No podía! era como la espada del rey Arturo, una auténtica locura.
Total, que desde que he vuelto no paran de llamarme casi de un día para otro con nuevos trabajos. En fin, bendita Tailandia, pero… La próxima pido para el Domund o Caritas Diocesana, ¡que estoy agotado de tanto trabajo! En la foto podeís ver a Ana entre los dos elefantes formulando su deseo, siguiendo las instrucciones de Kas… ¿No nos daría el cambiazo? La cosa es que desde entonces no paran de salir trabajos…
BAÑO EN EL RIO AL ATARDECER
Cruzamos el río Nan y desde el puente divisamos un jolgorio enorme…Es el último día del Songkran y los alegres habitantes están todos metidos en sus aguas mansas.
Las orillas están ocupadas por una gran cantidad de chiringuitos/restaurantes que estarán allí la temporada, hasta que llegue el monzón y crezca el cauce.
La escena es una invitación a unirse. Para que nadie piense que los fotógrafos no nos mojamos…¡Allí vamos! De cabeza al río, con la cámara por montera, que para eso es Olympus “waterproof”.
Lo más sorprendente es que queremos fotografiarles …¡Pero son ellos los que se acercan para hacerse selfies con nosotros, sorprendidos de ver occidentales y rápidamente nos comparten por wasap!
Difícil retratarles en una escena espontanea, algo totalmente compensado por tanta dulzura de estos momentos únicos.
EL MILAGRO DE LOS PANES Y LOS PECES
Al siguiente día partimos de excursión para descubrir la región. Nuestra primera parada es en el Parque Nacional Doi Phu Kha.
Una mujer se acerca al río. Parece que lleva unos panecillos. Pienso que es un buen lugar para un picnic…Cuando de pronto empieza a lanzarlos al agua…. Súbitamente, una enorme nube de peces aparece no se sabe de dónde buscando su desayuno. Igual que ayer los monjes, hoy les toca a ellos. Saltan, se revuelven, comen…hipnotizante, algo tipo Hitchkok, pero para nuestro alivio dentro del río…
Siguiendo río arriba llegamos a unas cascadas deliciosas. Cuando más relajado estoy, dándome el mejor baño de mi vida y haciendo una foto de los pies del tipo: “aquí sufriendo”, Ana vuelca a mi alrededor una bolsita de comida que acaba de comprar para alimentar a los peces. De pronto me veo envuelto en una especie de ”Apocalipsis Now” acuático, y huyo a punto de ahogarme entre el pavor y las risas. Afortunadamente no hay foto…
EL TEMPLO ALEGRE
Así que mejor no apartarse de los pasos de Buda. Busco un poco de sosiego en el templo Wat Sri Mongkol. Pero aquí tampoco hay descanso. Entrar dentro de sus patios es como acceder a un Disney World Tailandés. Alegre, absolutamente “kich”, une a su componente religioso un sinfín de estímulos que ha convertido estos últimos años este lugar en uno de los destinos favoritos del turista Thai.
Hay un fantástico museo lleno de fotos, artefactos, vida local, farolillos, flores,…y también pueden hacerse fotos con esculturas de elefantes a tamaño real, o de los amantes susurrando como maniquís gigantes. Un espacio para rezar y recogerse en el interior, disfrutar de un parque temático tan lleno de objetos y curiosidades como de candidez e inocencia…
Allí me encontré con un joven monje. Igual que el templo, reflejaba en él mismo esa dualidad, tan del país. Bajo su túnica, su pecho tatuado con una chica hippy, me hacía plantearme un montón de preguntas.
CAFÉ SOBRE LOS ARROZALES
Tras la comida en un junco de bambú y para completarlo ¡un café!…Las cafeterías son un descubrimiento, cada una diferente. Un autentico relax donde tomar café o té, bien caliente, helado o granizado sobre campos de arroz donde cada mesa es un pequeño palafito para tu disfrute y por qué no, para una siesta antes de seguir.
De vuelta parada y compras, textiles de Nan y su famosa plata, referente en todo el país…
Así va cayendo la tarde…y Kas nos lleva de nuevo al hotel.
Según repasamos la jornada, wasapeamos y subimos alguna foto a las redes, el día llega a su fin relajadamente. En lo alto, en la colina, se encienden las luces iluminando la figura brillante del Gran Buda como una llama de luz. Volveremos a redescubrir Nan siguiendo sus pasos.
Agradecimientos:
Con mi agradecimiento a Turismo de Tailandia y a Viajes Azul Marino que organizaron y nos orientaron en todos los detalles del viaje. A Olympus, por prestarme su cámara E-M II, acorazada contra el agua del Songkran. Y a Kas Mountri y a todas las personas tan bonitas con las que compartimos momentos en Tailandia.
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